viernes, 26 de julio de 2013

Juego trancado

Publicado el 19/07/2013 en usahispanicpress.com

En tres meses Nicolás Maduro ha mostrado que su gobierno no es el mismo que el de Hugo Chávez. Por una parte ha movido algunas piezas claves del gabinete: sacó a Néstor Reverol del Ministerio del Interior por Miguel Rodríguez Torres, y le dio a Nelson Merentes el manejo de las Finanzas del país, en remplazo de Jorge Giordani. También cambio al Ministro de la Defesa y el Ministro del Despacho de la Presidencia.

Además de algunos nombres, el manejo del país por parte de Maduro ha tenido ciertas diferencias con su antecesor. Tras la borrachera electoral de 2012 y el despilfarro que vino con ella, el nuevo Ejecutivo ha buscado ser más pragmático en materia económica, todavía sin grandes avances. Ha ventilado el movimiento de dólares con la creación de un nuevo sistema (el SICAD), ha devaluado la moneda y ha mantenido reuniones con sectores privados de la economía, generalmente satanizados por Chávez en la última década.

Previo a la novela de Snowden también buscó mejorar la relación con Estados Unidos, algo que quedará por ver si el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) llega definitivamente o no a Caracas, hecho que nos dirá con certeza si Maduro elige el pragmatismo o la ideología.

Por otra parte la comunicación del Ejecutivo con los medios ha visto ligeras mejoras. Se ha hecho común ver semanalmente a algún alto cargo en canales de televisión con periodistas críticos o en amplias entrevistas en los medios impresos privados, al día de hoy principales refugios de la prensa independiente. En una de ellas el propio Ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, admitía que él estaba impulsando tales puentes, necesarios y obligatorios si se quiere una democracia transparente.

Incluso hay diferencias que destacar de la Presidencia de Maduro en el manejo del conflicto universitario, que ya se extiende por más de un mes. Recientemente los rectores de las universidades autónomas y las federaciones de profesores y estudiantes comenzaron a mantener reuniones con el Ministerio de Educación Universitaria y progresivamente se han logrado algunos acuerdos. Difícil encontrar algo similar desde 2003.

Pero donde no existe ni el más mínimo acuerdo, diálogo, apertura o ligereza con sectores críticos u opositores es en el ámbito político-partidista. Probablemente en este campo la dureza del gobierno electo el 14 de abril sea mayor de la mantenida por Chávez en buena parte de su mandato.

Con el conflicto surgido la propia noche electoral, Maduro y su equipo no han perdido el tiempo para contrarrestar, golpear y amenazar a la dirigencia opositora, en algunos casos llegando al encarcelamiento o enjuiciamiento de ciertos líderes.

Al día de hoy existen, como refleja este artículo del diario El Nacional, investigaciones en la Asamblea Nacional y la Fiscalía en contra de los 3 (de 23) gobernadores de la opositora Mesa de la Unidad Democrática; le han sido arrebatadas atribuciones, el presupuesto que les corresponde llega lentamente e incompleto y a diario surgen nuevos insultos o amenazas desde los más altos cargos del Estado en contra de Henrique Capriles, Henri Falcón y Liborio Guarulla, éste último a quien recientemente Maduro llamó borracho previo a quitarle el control de la policía del estado Amazonas.

En Miranda y Lara han sido creadas gobernaciones paralelas (llamadas Corporaciones) con mayor presupuesto, y dirigidas precisamente por los candidatos del PSUV que fueron derrotados por Capriles y Falcón en diciembre pasado. Al mismo tiempo se han abierto investigaciones en contra de varios diputados: el Tribunal Supremo de Justicia declaró procedente el antejuicio de mérito en contra de Richard Mardo, por lo que en la próxima sesión parlamentaria la mayoría del PSUV podría retirarle su inmunidad y sacarlo de su curul. También María Corina Machado está siendo investigada por un audio (hecho público gracias a un espionaje al mejor estilo de Snowden y la NSA) en el que sobre todo destacan diferencias internas de la oposición, pero para el Estado representan amenazas a la democracia.

La mayor novedad durante este período, con la que pocas veces tuvo que lidiar Hugo Chávez, es la lucha diplomática para frenar a Henrique Capriles en sus giras internacionales. Mucho se ha movido la oposición por América Latina y Europa para denunciar las irregularidades de la elección presidencial y la debilidad democrática del país. Capriles logró reunirse con el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, pero una sarta de insultos en su contra de parte de Maduro y compañía parecieron frenar las posibilidades del líder opositor en la región.

Pasado el momento álgido, y justo cuando Maduro y Santos planean reunirse en la frontera, Capriles vuelve a salir del país a encontrarse con el Presidente chileno Sebastián Piñera, quien aceptó recibirlo. Al escribir esta columna desconozco si Ollanta Humala recibirá al candidato opositor en su paso por Lima, pero en cualquier caso, que la visita de un dirigente político con amplio respaldo popular desate tales controversias demuestra que el tema es un punto de honor para el chavismo, que vende a Capriles como el líder de una secta fascistoide y anti-democrática, cuando al fin y al cabo tras perder dos elecciones en seis meses, lo único que ha hecho es protestar un posible fraude ante las instituciones del país, sin llenar las calles, sin acercarse al Palacio de Miraflores, sin ni siquiera boicotear la próxima cita electoral.


Recientemente Capriles, Falcón y Guarulla acudieron ante la Conferencia Episcopal Venezolana, cúpula de la Iglesia con la cual Maduro también ha tendido puentes, para que facilitara un diálogo entre los dos bandos políticos. De inmediato Diosdado Cabello, presidente del Poder Legislativo, respondió: “el asesino fascista Capriles pide diálogo al gobierno. Jamás hablaremos con quien manda a asesinar al pueblo”, manteniendo el juego trancado.

viernes, 19 de julio de 2013

El ilegítimo es el sistema electoral

Publicado en usahispanicpress.com el 12/07/2013


Varias veces me ha tocado defender las actuaciones de la dirigencia opositora venezolana sobre decisiones que toman, declaraciones que hacen y temas que privilegian para debatir. Tales defensas suelen ser no ante seguidores del oficialismo, sino ante seguidores mucho más extremistas de la propia oposición, acérrimos críticos del chavismo que rechazan la moderación que han tomado los líderes de la Mesa de la Unidad Democrática.

Por estos días se cumplen tres meses de la elección presidencial del 14 de abril que dejó un disputado y controvertido resultado a favor de Nicolás Maduro en detrimento de Henrique Capriles Radonski, y algunos opositores no están contentos con el manejo que le ha dado al tema el propio derrotado en aquella ocasión. Quisieran haber visto más manifestaciones callejeras (y lo ocurrido en Egipto, o incluso en Turquía y Brasil, alborota tales espíritus), quisieran que todo esfuerzo se enfocara en el tema del presunto fraude electoral, quisieran quizás boicotear o exigir amplias reformas para las venideras elecciones locales (este 8 de diciembre), etc.

Y es que a tres meses de aquella jornada que dio oficialmente al chavismo un triunfo por poco más de 200 mil votos, no sabemos bien dónde estamos parados. El oficialismo, amparado en el casi absoluto control del Estado venezolano, ha frenado el tema para que se fuera olvidando, y nuevos e importantes asuntos surgen en la escena política y económica venezolana.

Por eso mientras el Tribunal Supremo de Justicia continúa sin dar respuesta a las demandas interpuestas por la dirigencia opositora sobre la elección del 14 de abril, y el Consejo Nacional Electoral lleva a cabo la descarga de los datos contenidos en las máquinas de votación sin presencia de técnicos de la oposición, se vislumbran en apenas cinco meses unas elecciones municipales con 337 alcaldías a disputar, la inflación alcanza 25% en el primer semestre del año, la inseguridad continúa galopante, así como la escasez de productos básicos, y el gobierno abre conflictos internacionales por querer recibir a un “soplón” estadounidense.

Sin embargo, en defensa de quienes esperan un poco más de concentración en el tema electoral, en las últimas semanas aparecieron dos informes muy relevantes, serios y críticos sobre el sistema electoral venezolano que, revisados en profundidad, desenmascaran el que algunos fanáticos consideran “el mejor sistema electoral del mundo” y dejan guindando a la democracia venezolana, sin que se les haya dado el protagonismo que merecen.

El Instituto de Altos Estudios Europeos hizo público a mediados de junio el informe sobre su acompañamiento a los comicios del 14 de abril. Según la normativa electoral venezolana, este tipo de informes no deben ser publicados, pero tal era la gravedad de lo observado que este organismo prefirió sacar a la luz su análisis.

En este caso la mayoría de las críticas se centran en los días previos al proceso electoral y el ventajismo notable que tuvo el oficialismo para darle el triunfo a su candidato. Según el Instituto las decisiones que tomó el Tribunal Supremo de Justicia representan un “vicio de nulidad que afecta todo el proceso electoral”. Recordemos que el TSJ decidió que aunque Nicolás Maduro era Vicepresidente previo a la muerte de Chávez, no tendría que separarse de su cargo (aunque la Constitución lo exige) ya que en los días de la campaña electoral ya fungía como Presidente interino.

Este informe insiste en que con tal de dar continuidad al proyecto chavista, el Estado venezolano favoreció claramente al candidato de gobierno, desde la presión ejercida sobre funcionarios públicos, uso de instalaciones y vehículos para propaganda electoral hasta declaraciones públicas de Ministros en las que amenazaban con retaliaciones si se conocían votos contrarios al oficialismo.

La observación del Instituto de Altos Estudios Europeos fue bastante corta debido a las limitaciones del CNE y no se pronuncia detalladamente sobre las exigencias de Henrique Capriles tras la elección. En donde sí divergen notablemente es al hablar de la posibilidad de doble votación por parte de alguna persona. En opinión de los expertos europeos las autoridades venezolanas deberían analizar la eliminación de colocar tinta indeleble en el dedo “del elector que, al ser doblemente registrado, hace imposible que vuelva a votar”.

El Centro Carter fue la otra institución independiente que a comienzos de julio divulgó su informe. Mucho más moderado que el IAEE este organismo presidido por el ex Presidente de Estados Unidos, generalmente visto como aliado o al menos amigo del chavismo, también dio una serie de recomendaciones al organismo electoral venezolano para contribuir con la transparencia de los procesos que maneja.

En este caso sí se pide mayor información sobre la identificación biométrica y que se incluye en las auditorías la de la no duplicidad de huellas y de incidencias que reporte este sistema de identificación, punto clave en las exigencias de la oposición sobre el presunto fraude del 14 de abril.

Ambas instituciones, que estuvieron en el país acreditadas por el Consejo Nacional Electoral, piden mayor igualdad en el uso de recursos durante la campaña, así como en el acceso a los medios de comunicación. Se pide también a las autoridades electorales hacer uso de sus facultades para frenar distintos abusos o excesos vistos durante la jornada electoral (motocicletas rondando centros pidiendo el voto para Maduro o asistencia al voto de forma repetida), y mayor claridad en la normativa para evitar controversias en casos de resultados parejos como el ocurrido en esta ocasión.


Como he comentado en ocasiones anteriores, es muy probable que las protestas opositoras ante la justicia venezolana no vayan más allá, y Nicolás Maduro continúe en la Presidencia de la República. Pero que instituciones independientes expertas en la observación electoral, nacionales e internacionales, estén avalando muchas de las quejas de la oposición, generan consecuencias mucho más trascendentales en el largo plazo. Quizás la legitimidad de Maduro vaya aumentando con el paso del tiempo, pero el sistema electoral venezolano luce cada vez más desacreditado, poco transparente y claramente favorable a quienes ostentan el poder.

¿Protagonismo perdido? Por suerte


Publicado en usahispanicpress.com

Además del cargo de Presidente de la República, tras una elección marcada por el ventajismo y las dudas que todavía levantan los dirigentes de la oposición, es poco lo que Nicolás Maduro ha podido conservar del legado que le dejó su antecesor y mentor político Hugo Chávez. Su popularidad va en caída, su carisma es casi inexistente y su nombre no parece ser relevante en la discusión mundial.


Esto último se ha hecho evidente en estos días con la novela de Edward Snowden, antiguo empleado de una contratista que trabajaba para la Agencia de Seguridad Nacional del gobierno de Estados Unidos, quien salió de su país y ha venido publicando una serie de secretos de Estado, principalmente relacionados con espionaje realizado a sus ciudadanos y a gobiernos aliados y rivales de todo el mundo.

Snowden hizo público su caso desde Hong Kong, territorio autónomo de China, y cuando viajó a Moscú se especuló que lo hacía como tránsito para llegar a Ecuador, país del que aparentemente recibió ayuda para movilizarse y que le concedería asilo político. Tras una serie de declaraciones, algunas públicas y otras privadas, el propio Presidente ecuatoriano, Rafael Correa, dijo que tal ayuda a Snowden se había dado de forma irregular y que probablemente su país no lo podría recibir.

Al día de hoy no se sabe el destino definitivo del estadounidense pero Ecuador y Bolivia han dominado los titulares sobre la posible colaboración con Snowden. Maduro por su parte, ha intentado ser lo más altisonante posible, pero de momento pasa desapercibido. No ha sido suficiente que desde hace una semana el mandatario venezolano diga que es “casi seguro” que su país le daría asilo al ex agente, ya que ni siquiera éste ha mostrado interés en responder.

Aunque en la prensa se especuló con que Snowden podría esconderse en el avión presidencial venezolano para salir de Rusia, fue Evo Morales el perseguido por tal motivo, y tras este impasse no fueron las objeciones de Venezuela las que más llamaron la atención, sino las de la cancillería ecuatoriana que de inmediato convocó a una reunión de Unasur.

¿Significa algo para Venezuela que su Presidente deje de ser una estrella internacional? En todo caso son buenas noticias. Aunque Maduro intente acercarse al liderazgo que llegó a tener Chávez (y para ello vaya un día a Brasilia, al otro a Moscú y luego a París), si Rafael Correa se consolida como el líder del nuevo socialismo latinoamericano, Venezuela podría encaminarse a una política exterior más seria y negociada, donde primero se analicen los hechos y sólo después se emitan reacciones.

A fin de cuentas, el protagonismo a nivel internacional pareciera servir sólo para acaparar titulares, generar respaldo de grupos de ciudadanos en cualquier rincón del mundo y unificar a la población del país en torno a un “nacionalismo” inútil, que le sirve al Ejecutivo para desviar la atención de los problemas internos. Si llegara Snowden a Venezuela, ¿cuándo se hablaría del conflicto universitario? ¿O de la inseguridad, la escasez, la inflación o de las acciones judiciales en contra de la última elección presidencial?

El ex Presidente Chávez siempre realzó tales banderas para polarizar a la ciudadanía en momentos de tensión interna y por lo general le pudo sacar provecho. Correa también lo sabe y por eso ha levantado su perfil tras el fallecimiento del líder venezolano, aunque en su caso denota más mesura, de lo contrario el perseguido por la justicia estadounidense ya estaría en Quito.


La precaria situación económica es otra parte del legado que Maduro recibió de su antecesor, y ésta también le ha hecho bajar el tono en algunos casos (mejorar relaciones con Estados Unidos, convocar a sectores empresariales, etc). Sin embargo, los altos precios del petróleo siguen dándole espacio de maniobra al Ejecutivo venezolano para enfrentarse, al menos en palabras, a las potencias extranjeras. Medir estos factores será definitivo para ver hacia dónde se inclina la balanza en el caso Snowden, siempre que éste le interese escuchar los gritos que desde Caracas se han estado enviando.

martes, 9 de julio de 2013

192 años de ¿Independencia?

Publicado en usahispanicpress.com el 28/06/2013

Aunque ya era muy conocida la admiración que desde el gobierno venezolano se tenía por el modelo cubano y la amistad cercana con sus líderes, las palabras de uno de ellos a mediados de 2010 impactaron de forma especial entre los venezolanos: “…la relación con nuestros hermanos venezolanos es cada vez más estrecha, cada día somos la misma cosa…” decía Raúl Castro tras una reunión con Hugo Chávez, quien escuchaba a su lado.

Parecía que el menor de los hermanos que han sometido por más de medio siglo a Cuba acababa de darle la razón a la oposición venezolana y generar una de las mejores frases para la campaña electoral que se aproximaba en aquel momento. Y es que más allá de estos acercamientos públicos y de los acuerdos entre ambos países de petróleo por colaboración, la influencia del gobierno comunista en Venezuela es difícil de palpar. Se sabe que está ahí y que cada vez parece ser mayor, pero el secretismo de Estado hace imposible saber hasta dónde llega la mano cubana en Caracas.

Muchos venezolanos parecen no terminar de creérselo o prefieren hacerse la vista gorda. En diversas encuestas a nivel nacional el modelo cubano siempre es ampliamente rechazado por la población, y su gobierno es visto de forma negativa por buena parte incluso del chavismo: en el Latinobarómetro de 2011, la mayoría de los venezolanos consideraban a Cuba una dictadura, incluso en un porcentaje superior a la opinión que tenía el resto de la región. Al mismo tiempo, está claro que la amistad de Chávez con Fidel Castro nunca le generó problemas de popularidad, al menos entre una mitad del país que siempre le dio su voto.

En cualquier caso, las cifras oficiales no esconden esa estrecha colaboración entre ambos países. El propio fallecido ex presidente indicó en febrero de 2012 que en Venezuela había 44 mil profesionales cubanos: 31.777 en la misión médica, más de 6 mil en el área deportiva, y otros centenares en labores culturales, educativas y de agricultura. Por ellos Venezuela envía a la isla unos 100 mil barriles de petróleo diarios a tasa preferencial, cantidad que incluso ha sido aprovechada por sus autoridades para la exportación de diversos productos.

Extraoficialmente la influencia de Cuba en los gobiernos chavistas es mucho mayor. El general retirado Antonio Rivero ha sido una de las personas que más ha denunciado el caso. Recientemente detenido por varias semanas, el actual directivo del opositor partido Voluntad Popular fue desde los inicios muy cercano a Chávez, pero según varias entrevistas siempre tuvo roces con él por el tema de Cuba.

En 2012 afirmó que los cubanos en el país superarían los 200 mil, y que además de la conocida presencia en labores médicas y deportivas, tendrían amplio poder en la Fuerza Armada, los cuerpos de Inteligencia, el sistema eléctrico y en labores de aduana e identificación. Fue famosa la molestia que generó en Chávez una pregunta sobre estas denuncias del General Rivero en su momento (aquí el video), pero nunca hubo una respuesta clara.

Recientemente el Ministro de la Defensa Diego Molero defendió la cooperación entre los cuerpos militares de ambos países, pero descartó que actúen o influyan en la política militar venezolana. Sin embargo, según las denuncias de Rivero habría hasta un componente militar cubano en Fuerte Tiuna, principal base militar de Caracas.

En el audio que la oposición venezolano divulgó hace unas semanas del conocido comunicador del canal estatal Mario Silva, en el que lanzaba todo tipo de insultos, amenazas y teorías conspiradoras, su interlocutor era precisamente un miembro del G2 cubano, Aramis Palacios, quien parecía ser alguien de confianza del influyente personaje televisivo.

La primera visita de Maduro como Presidente electo fue a Cuba y durante la campaña electoral el himno de Cuba se transmitió en cadena nacional durante un acto de graduación al que asistía el ahora Presidente. No hay que olvidar, por supuesto, que Hugo Chávez pasó buena parte de sus últimos dos años de vida en centros médicos de La Habana, elegidos por encima de cualquier institución en Venezuela. Fue desde ahí donde informó de su cáncer y sólo pequeños grupos de ministros muy cercanos lo visitaron en ese período, y participaron en reuniones con él, los hermanos Castro y poderosos personajes de la política cubana.


El 24 de junio se conmemoraron los 192 años de la Independencia venezolana, fecha en la que se recuerda la decisiva Batalla de Carabobo, en la que el ejército venezolano dirigido por Simón Bolívar acabó con las aspiraciones del Imperio español de continuar su dominio en estas tierras. Casi dos siglos después, quienes se dicen sus más cercanos discípulos se han olvidado de España, de Estados Unidos y de otras grandes potencias, pero indudablemente han sometido parte de la soberanía nacional a una pequeña isla, aislada de buena parte del mundo por las últimas décadas, que hoy es protagonista en Venezuela como ningún país lo había sido desde aquel lejano 1821.

Las calles vacías de Venezuela

Publicado en usahispanicpress.com el 21/06/2013

Muchos venezolanos deben suspirar al ver las imágenes de las contundentes protestas en Brasil y en Turquía. Deben ver con admiración y envidia el impacto global que han tenido y cómo han descolocado a sus gobiernos en pocos días, tras haberse iniciado por temas que suenan a poco, como el aumento del pasaje en el transporte público o la eliminación de un parque en el centro de la principal ciudad.

Y es que en Venezuela, aunque la protesta sea pan de todos los días, la contundencia, espontaneidad y masificación de la misma resulta mucho más complicada. Dos meses después de que medio país denunciara un supuesto fraude electoral no se han visto en Caracas imágenes como las de Sao Paulo o Estambul. Sin contar que en ese mismo período la inflación ha golpeado el bolsillo de la población (10,4% entre abril y mayo) y la escasez de productos básicos, como el papel higiénico, es la norma más que la excepción.

Unas desordenadas movilizaciones en las primeras horas tras conocerse el resultado electoral fueron las únicas vistas en las calles venezolanas, y éstas fueron recogidas poco después por el propio líder opositor Henrique Capriles y su comando de campaña. Hoy por hoy quienes mantienen viva una protesta son los estudiantes y profesores universitarios por reivindicaciones en su sector, que aunque han sido importantes y en contra de las políticas del gobierno, no incluyen a la dirigencia política ni han llegado a ser masivas.

La particularidad del caso venezolano se expresa también en este miedo que existe por tomar las calles para exigir derechos, sobre todo políticos. La sombra del 11 de abril de 2002 planea sobre cualquier plan (legítimo) de la oposición, y el manejo que da el gobierno a cualquier manifestación a través de sus medios de propaganda hace dudar a cualquiera de tomar la calle, temiendo represiones, manipulaciones o pérdida de respaldo popular.

Desde aquellos eventos ocurridos hace 11 años, para la oposición al chavismo ha resultado inimaginable ir a protestar a la sede del gobierno, algo habitual en cualquier democracia. Los enfrentamientos de esa fecha, que dejaron cerca de 20 muertos poco investigados y que generaron un levantamiento militar, hacen que la mayoría de las protestas se aleje del centro de Caracas y pierda fuerza incluso antes de comenzar.

Para el gobierno cualquier manifestación es “golpista” y tiene detrás un plan para asesinar cientos de personas, y usa todo su poder para sembrar esa idea en el ambiente. Para la oposición hay muchos riesgos de llegar a las inmediaciones del Palacio de Miraflores o sedes ministeriales: posibilidad de enfrentamientos, heridos, fallecidos o de situaciones generadas por el propio gobierno que eventualmente serán calificadas como culpa de quienes organizan la protesta.

Henrique Capriles, tras perder la elección del 14 de abril de este año llamó a organizar una amplia movilización hacia la sede del Consejo Nacional Electoral, en el centro de Caracas. Desde su convocatoria y hasta la fecha pautada se generaron enfrentamientos en distintas ciudades del país y movimientos irregulares que llevaron a la suspensión de la misma. Se temía, con ciertas bases, una repetición de aquel 11 de abril pero con un gobierno mucho más preparado y amenazador.

Sin embargo, semanas han pasado y los ánimos se han enfriado lo suficiente como para que la oposición siga sin  haber organizado movilizaciones. Lo que más se ve son protestas menores en el este de Caracas, feudo opositor, demasiado alejado de las sedes gubernamentales y de la repercusión mediática nacional e internacional.

Además de ese trauma del 11 de abril, las constantes e innumerables convocatorias electorales controlan también a quienes piensan en la calle como un escape ante tanto malestar. En esta Venezuela siempre hay una siguiente oportunidad, por distinta que sea. Aun cuando siguen las giras internacionales y se espera la respuesta del Tribunal Supremo de Justicia ante las denuncias interpuestas en contra da la elección presidencial, ya la amplia dirigencia opositora debate, y a veces pelea, por las candidaturas a los 335 municipios que elegirán sus alcaldes a finales de este 2013.

Por cuestionable que parezca tal actitud esos espacios de poder no son de menospreciar, más aún tras haber perdido 20 de los 23 gobiernos regionales en diciembre pasado. La oposición sabe que necesita ganar el voto nacional en esta próxima elección local y que puede hacerse con el control de buena parte de las capitales y ciudades más importantes del país. Por eso cada paso intenta ser medido, cada reacción controlada.

Si no hubiera en Venezuela proceso electoral en el horizonte, al menos hasta 2016, quizás la situación fuera otra y la impotencia llevaría a manifestaciones callejeras, frente a los organismos del Estado, con imágenes que rondaran por el mundo, como hoy los vemos en Turquía o Brasil. Pero el miedo a repetir el pasado, y la borrachera de elecciones de todo tipo que inundan los calendarios venezolanos, hacen que desde el liderazgo opositor se contenga cualquier muestra de rabia.


Sea o no el camino correcto al gobierno le sirve para tomar confianza y saber que haga lo que haga, siempre habrá una futura elección que contenga los ánimos de aquellos que se sienten perjudicados, sin temor a manifestaciones masivas. A ratos pareciera la fórmula perfecta para implantar una dictadura a fuego lento, como la que se ha venido cocinando en Venezuela desde hace una década.

Entre el escándalo y el silencio


Publicado en usahispanicpress.com 14/06/2013

La Venezuela que Chávez dejó con su muerte hace tres meses fue una dividida, convulsionada y en crisis permanente. Tras catorce años de gobierno lo que quedó fue un gran vacío, más institucional que emocional: las calles se llenaron de pánico ante el anuncio de su desaparición física y aunque había dudas sobre los pasos a seguir para sustituirlo, él se había encargado de nombrar a su sucesor, de acomodar fechas y de estirar las normas constitucionales a su favor.

Chávez también dejó un inevitable caos económico: el gasto irresponsable para fortalecer su campaña electoral y las importaciones desenfrenadas para maquillar los supermercados aseguraban un 2013 de devaluación, inflación y desabastecimiento como el que se está viviendo hoy.

Lo que no dejó Chávez fue un partido político fortalecido, una línea de mando clara o una dirigencia respetada por la ciudadanía. Ese personalismo en exceso que lo caracterizó ha generado en tres meses hechos que con el "Comandante" en el poder apenas habíamos visto. Hundimiento electoral, voceros gubernamentales con opiniones distintas, filtraciones de casos de corrupción y soborno, y la pérdida del manejo de la agenda del país.

A tres meses de la muerte de Chávez vemos cada vez más claramente que su gobierno fue él, mientras el chavismo luce desordenado, intentando convencerse de que están unidos pero mostrando descoordinación entre endurecer o aflojar la cuerda que ahoga al país.

Las repentinas compras del canal de noticias Globovisión y de la Cadena Capriles, editora del diario más vendido de Venezuela, muestran una estrategia del gobierno que, más allá de lo que se haga con la economía, busca silenciar el bullicio interno, la crítica de la calle y las propuestas de los rivales.

El liderazgo es débil y tiene agujeros por todas partes, pero avanza a paso firme en el acorralamiento a la libre expresión, la libre divulgación, la libre opinión.

Ahora que la mano dura, respetada y temida de Chávez no está, los distintos bandos del chavismo se muestran incapaces de limpiar ‘los trapos sucios’ en casa, por lo que desde la cúpula se busca limitarles, incluso a ellos, los espacios para expresarse. Ahora que la crisis económica es imposible de ocultar, se buscan todas las maneras para que no se expandan las molestias por todo el país, como si una denuncia en televisión tuviera mayor impacto que la falta de papel higiénico, o la limitación de compra de productos básicos.

El chavismo busca acallar esos escándalos que están haciendo más ruido que nunca, y que el carisma del líder ya no puede aplacar, porque no está claro quién es el líder y en cualquier caso no tiene tal carisma. El chavismo sabe que perdió los 15 puntos porcentuales de ventaja que les dejó Chávez en un mes previo a la elección de abril, y sólo teme de pensar qué caudal de votos podría perder desde hoy y hasta diciembre cuando se celebren las elecciones municipales en todo el país.


A tres meses de la muerte de Chávez, es difícil ver una solución positiva o inminente para los reclamos opositores sobre el presunto robo de la elección Presidencial en abril, pero está claro que el legado político del Comandante está cada vez más debilitado y en mayor riesgo de colapso que nunca.

El laberinto de Maduro

El cambio de mando en el canal de noticias Globovisión ha traído consigo diversas consecuencias y especulaciones en la vida política venezolana. El canal, que por años fue la principal (podría decirse única) plataforma audiovisual de la oposición al chavismo, fue vendido a un grupo de empresarios con una trayectoria turbia, de operaciones cercanas al entorno gubernamental.

Tras un par de semanas en las que no hubo ni cambios en la programación ni salida de periodistas, la semana pasada se dio un temblor: días después de una reunión entre la nueva directiva y el Ejecutivo Nacional, el diputado opositor Ismael García fue retirado del programa dominical que dirigía y, tras protestar este hecho, uno de los conductores del programa de opinión estelar "Buenas Noches" también fue despedido. Sus tres acompañantes renunciaron en solidaridad.

A todas estas, el líder opositor Henrique Capriles denunció que sus eventos estaban siendo censurados en Globovisión, lo que incrementó el rechazo del habitual público hacia la planta de noticias. Pasados unos días la situación se ha calmado (al menos superficialmente) y los mismos periodistas críticos al gobierno siguen conduciendo espacios informativos y de opinión, aunque la presencia de Capriles en la pantalla sea, ciertamente, muy escasa.

Este cambio de línea editorial se dio poco después de que Globovisión transmitiera íntegramente la grabación que obtuvo la oposición del comunicador del chavismo Mario Silva, en las que denunciaba gran número de irregularidades dentro del gobierno e incriminaba, entre otros, a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional.

Desde entonces ha habido una nueva alza de radicalismo desde el gobierno: no sólo se ha buscado imponer silencio en los medios críticos, sino también acallar cualquier molestia interna: el programa de Mario Silva salió intempestivamente del aire, a pesar de que el chavismo lo había considerado un “montaje” de la oposición.

Este miércoles, tras la visita de Henrique Capriles a Colombia y su reunión con el Presidente Juan Manuel Santos, fue precisamente Cabello quien pareció imponer la línea del chavismo con respecto a ese encuentro, a pesar de no tener la atribución para ello. El Presidente del Poder Legislativo criticó la reunión, criticó a Santos y lo acusó de formar parte de una campaña internacional de conspiración en contra de Venezuela.

“El presidente Santos le está poniendo una bomba al tren de las buenas relaciones que tanto le pidió el presidente Chávez”, dijo Cabello, lanzando las primeras críticas y acusaciones en contra del gobierno colombiano desde finales de 2010, cuando se habían normalizado las relaciones entre ambos países. Horas más tarde, el Ejecutivo venezolano confirmaba la postura hecha pública por Cabello, aunque Maduro tardó más de un día en mencionar a su homólogo colombiano, siendo mucho más delicado que el Presidente de la Asamblea Nacional.

Estos hechos recientes parecen reforzar, y no desestimar, las acusaciones hechas por Silva en la polémica grabación: que Diosdado Cabello posee mucho más poder del que debiera tener, y que en muchos casos es él quien lleva la voz cantante y no el Jefe de Estado electo para tal fin.

Queriendo aparentar unidad entre las fuerzas revolucionarias, a Cabello se le ha vuelto a ver de manera recurrente junto a Maduro en distintos actos del gobierno nacional (incluyendo la reunión en la sede del Ejecutivo con Globovisión) pero más que las apariencias parece que son las acciones las que colocan al número dos del chavismo en primera fila.

Curiosamente esto se produce luego de algunos días en los que el Presidente Maduro parecía (levemente) estar moderando su manejo del país: sin dejar de lado el verbo encendido de acusaciones e insultos, Maduro mantuvo reuniones con distintos sectores empresariales del país, con los que Hugo Chávez, su antecesor, tenía al menos una década sin dialogar. También realizó algunas designaciones en las que sacó de cargos relevantes a funcionarios cercanos a Cabello y colocó gente de su confianza.


Pero precisamente las acusaciones hechas públicas de que Maduro no tiene control pleno del chavismo frenaron este proceso y revitalizaron a Cabello. La oposición espera hacer público una segunda grabación de Mario Silva en las que denuncia otra serie de irregularidades dentro del chavismo, pero difícilmente se escucharán en la televisión venezolana. Los movimientos hechos en los últimos días impedirán que el audio se muestre en Globovisión, y serán solamente Internet y los canales internacionales quienes podrán divulgarlo. La mano dura de Cabello se impone de momento.