viernes, 3 de julio de 2009

Intro



John Rawls (USA, 1921-2002) decía que para que la sociedad pudiera convivir con menos dificultades tenía que "irse" a una posición original, desde la cual decidiéramos entre todos una serie de acuerdos (contratos sociales) con los cuales entendernos y aceptarnos.

En tal posición original, resalta la proposición del genial filósofo estadounidense de que todos debíamos colocarnos un "velo de la ignorancia", con el cual tapáramos nuestros conocimientos y realidades y pudiéramos todos hacer acuerdos justos sin sacar ventajas. Es decir: las reglas las colocamos todos sin saber si vamos a ser ricos o pobres, negros o blancos, americanos o europeos, hombres o mujeres, sometidos o sometedores, en un momento imaginario en el que ignoremos todo lo que somos o seremos. Así pues, ¿cómo podríamos poner reglas injustas si quizás nosotros mismos las sufriríamos más adelante?

La Venezuela de la última década no hubiera podido pedir un mejor escenario más rawlsiano que el que hoy por hoy nos está regalando Honduras. Los opositores de aquí, son recién oficialistas allá, y los gobernantes de aquí son ultra opositores allá.

Pocos (entre analistas, medios, políticos o comentarios de personas en cualquier parte) han sido lo suficientemente equilibrados como para enorgullecer al amigo Rawls.

Los medios venezolanos miran por encimita la represión que existe contra los medios en la Honduras de esta semana: cierre de medios "zelayistas", agresiones a Telesur (por más radical que sea su línea editorial), salida del aire de los canales pro gobierno tumbado, y mínima cobertura a protestas a favor del gobierno derribado.

Menosprecian muchos medios, analistas y escuálidos de a pie, que a los opositores de allá también los están llenando de bombas lacrimógenas, les están limitando su protesta y no los muestran en los medios más visibles. Demuestran estos medios, analistas y ciudadanos de a pie, que su lucha en Venezuela no es realmente por la democracia, sino únicamente para sacar a Chávez.

Claro que la lista de quejas es igual o más grande con los oficialistas criollos, que por mantener a un aliado en Honduras llegan a decir cualquier barbaridad. La represión de allá sí les duele, aquellos soldados sí son gorilas por atacar a su pueblo, allá sí hay peligro para la libertad de expresión, y peor aún, ahora sí funciona la OEA e Insulza, y cualquier otra institución internacional.

Es complicada la situación de Honduras, sin lugar a dudas, pero el radicalismo criollo nos hace verla de una manera diametralmente opuesta, tal como la realidad que vivimos cada día en las calles de Caracas, Maracaibo, San Cristóbal o Puerto La Cruz.

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