martes, 29 de septiembre de 2009

Entre la decencia y el desastre

Pareciera que ahora más que nunca los organismos y sistemas internacionales están siendo despreciados por buena parte del mundo, que pide su pronta modificación para que no queden como cuerpos inútiles.

En Venezuela en cambio, nos movemos entre el desprecio y el abrazo. Insultamos a Insulza, a la OEA o hasta a la ONU, al tiempo que les pedimos que vengan y nos salven. Desde el gobierno también hablan de revisar la importancia de estos organismos, e incluso se debaten sobre si sería mejor estar fuera de ellos, a la vez que le exigen constantes reuniones, debates y planteamientos más fuertes para defender a Zelaya en Honduras.

Lo cierto es que tales mecanismos internacionales fueron creados y se han desarrollado como muestra de una gran evolución de los gobiernos y las democracias en el mundo, siendo en la teoría mucho más útiles y eficientes que lo que terminan siendo en la práctica.

Sin embargo, me declaro un amplio defensor de los mismos. Habiendo tenido la suerte de conocer un poco más sobre la Organización de Estados Americanos durante un curso en la UCAB, creo que no hay que pedir la desaparición de la misma, ni tampoco pedirle cosas que no puede dar, sino simplemente conocer para qué sirve, cómo debe servir y cómo debemos cuidarla.

Por ejemplo, en la actualidad jóvenes venezolanos exigen la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pareciera una solicitud válida, sobre todo ejerciendo presión para que el Estado Venezolano acepte tal visita de revisión, llamada "in loco". Esta petición no puede confundirse con frases como "A ver si la OEA pone su mirada en el país" "A ver si alguna vez nos para", ya que, por un lado, la CIDH no puede sino pedir una visita y esperar que el Ejecutivo se la conceda, y por el otro, la propia Comisión ha mostrado su preocupación en días recientes sobre la situación de la disidencia en el país. También valdría aclarar que luego de su visita en 2003, la CIDH ha pedido reiteradamente venir a Venezuela, y el gobierno nacional no se lo ha permitido.

Finalmente, considero una exageración decirle a la OEA que se olvide de Honduras y nos coloque en plan protagónico, ante la masiva violación de todos los derechos que se está dando en aquel país, tras el retorno ciertamente inoportuno de Manuel Zelaya, pero que no justifica las acciones sin duda alguna cada vez más dictatoriales de Roberto Micheletti, quien ahora decide a diestra y siniestra cerrar medios de comunicación, reprimir manifestantes e incluso amenazar sedes diplomáticas extranjeras.

Para quienes insisten en despreciar nuestro sistema internacional, la lenta evolución de la democracia venezolana en dictadura, y el tira y encoge del proceso hondureño, son gracias al establecimiento de normas universales en las últimas décadas llevados a cabos por las democracias serias en la región.

De lo contrario, Venezuela sería ya una Cuba más, y Honduras la Chile de Pinochet. Para muestra un botón: la todavía muy subdesarrollada África, con sistemas internacionales muy atrasados, continúa teniendo abundantes dictaduras, y tan sólo ayer en Guinea, una manifestación popular fue reprimida, no con uno o dos asesinatos... sino con la masacre de 157 personas que pedían simplemente que un líder militar no fuera candidato a la presidencia en enero próximo.

Gracias OEA.

PD: Todo esto no implica mi apoyo a Insulza, por quien ya dejé claras mis opiniones negativas. Lo que hace el Secretario General es darle mal uso a un buen número de iniciativas y oportunidades, ensuciando el nombre de la Organization of American States

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