martes, 27 de abril de 2010

Primarias más allá de 140 caracteres

Miente aquel que dice que las primarias fueron un rotundo éxito y que "la gente" demostró que son el método correcto, así como aquel que las considera un fracaso y una pérdida de tiempo.

A dos días del proceso "interno" de la oposición, mucho se ha hablado, y el twitter ha dado de qué hablar, con opiniones contrastantes y en algunos casos insultantes y amenazantes, que sobre todo demuestran que el fallo de la oposición como un todo estuvo a la hora de establecer sus reglas, de no llevar esas reglas a un debate más amplio y prolongado, y de hacer las cosas siempre con el tiempo como enemigo.

Si en la zona más opositora del país fue a votar el 23% de los registrados para hacerlo, aún cuando la propaganda fue muy amplia y a sabiendas que quien quede en primarias será sin duda diputado, no debe alegrar a los que pidieron las primarias. Más aún si se toma en cuenta que el promedio de votación en el país fue de 9,38%, promedio claramente elevado por los votantes del sureste de la gran Caracas, ya que sólo en otro estado del país el porcentaje superó los 10 puntos.

Aún así, las diferencias en Carabobo, Miranda, Anzoátegui e incluso Distrito Capital, hacían necesarios los procesos. Sin embargo, cuando se ven los triunfos aplastantes de algunos candidatos en Táchira, Zulia o Portuguesa damos otro paso para atrás. ¿Cómo defender unas primarias donde la participación fue bajísima y la diferencia altísima? ¿No se pudieron evitar esas primarias? ¿Acaso no hubiera sido ese el caso en la selección de otros candidatos que, afortunadamente, se eligieron por consenso para ahorrarse unos churupos?

Con esto no defiendo a quienes repudian las primarias, y sí considero importante pensar en ellas para elegir al candidato presidencial. Lo que quiero es que los exacerbados defensores de las primarias (que por cierto son mayormente del sureste de Caracas y hacen mucha bulla por Twitter, la cual se proyecta a los medios convencionales), se den cuenta que los elegidos por consenso en la Mesa no son ilegítimos, y por lo general son pocos los casos donde se notan injusticias abiertamente.

De ahí me agarro para hablar de Mendoza y el suplente de Simonovis. Ambas dificultades surgen del error inicial de la unión opositora: los acuerdos y su claridad. Y es que o Mendoza no lo leyó o no le paró bolas a que Copei lo firmara. En todo caso, también sería bonito que la Mesa tomara en cuenta liderazgos muy obvios, por encima de la votación de 2008. Ahora, me consta que se le ha buscado una vía a Mendoza para que sea candidato y pueda contribuir con la oposición ¿Por qué nadie lo culpa de todo el escándalo? ¿No muestra Mendoza unas ansias de poder incontrolables al buscar por cualquier manera un puesto "salidor? ¿Por qué el mundo twitter no lo condena? Y aparte, esos mismos que defienden candidaturas de ex dirigentes estudiantiles porque dicen que su papel en la calle ha sido vital en los últimos años, parecen olvidar lo poco visible que ha sido Mendoza entre 2005 y 2010. Sólo se le vio peleando contra su inhabilitación, y es innegable su colaboración en el triunfo de Radonsky, pero creo que ningún estudiante lo vio a su lado tragando gases.

Nos quejamos que los candidatos "de peso" vayan por puestos fáciles, pero no le reclamamos a Mendoza que no asuma el reto de Guarenas-Guatire.

Finalmente, la imposición de Medina como suplente de Simonovis resulta excesiva y muy difícil de defender. Su problema es también de raíz: ¿Qué dicen las normas sobre los presos políticos? ¿Se asume la posibilidad de que serán inhabilitados? ¿Sube el suplente a ser titular si se le inhabilita?

El error con Medina es obvio: ponerlo como candidato en una zona en donde se asomó su candidatura y se vio el rechazo a la misma, mientras otros candidatos en el mismo sector demuestran tener amplio apoyo. Aún así, critiqué (vía twitter) durante toda la semana pasada, que los precandidatos del sureste no hablaban sobre la suplencia de Simonovis. Fue un tema comentado cuando empezaba la carrera por las primarias, pero más nunca se tocó. Al no aclararse antes, es lógico que ahora todo reclamo genere suspicacias y nos lleve a la pregunta: ¿hubiera defendido Vecchio que María Corina entrara de suplente si él ganaba las primarias? ¿No pasa toda esta pelea por el amplio deseo de López de tener a su abanderado en la Asamblea sea como sea?