viernes, 4 de mayo de 2012

Sarkozy y la derrota del extremismo


Todo apunta a que este domingo, Nicolas Sarkozy será derrotado en las elecciones presidenciales de Francia. Así lo han señalado las encuestas desde hace meses, y ni la campaña electoral ni los resultados de la primera vuelta parece que van a cambiar el vencedor definitivo.

No era trabajo fácil para Sarkozy vender a sus ciudadanos que su trabajo al frente de la Republica ha sido exitoso, pero además, considero, no ha usado la mejor estrategia para hacerlo.

El actual presidente francés radicalizó su discurso desde que comenzó su campaña a la relección. Sabía que la extrema derecha, con Le Pen como líder, tendría un importante respaldo, y se lanzó a su búsqueda.

Tras la primera vuelta, el 18% de los votos obtenidos por el extremista Frente Nacional demostró que fue poco lo que Sarkozy le pudo robar y sin embargo, el candidato de la UMP siguió su conquista de la extrema derecha.

La cuenta matemática parecía darle razón: sumando los porcentajes de “Sarko” y Le Pen en la primera ronda se llega cerca del 50% (45,08% para ser exactos) de voto necesario para continuar al frente de Francia. Pero la cosa no es tan simple.

No sólo los votos por lo general no se trasladan automáticamente de un candidato o partido a otro distinto, sino que Le Pen, el Frente Nacional y la extrema derecha no son un movimiento político cualquiera.

Más allá de su aparente xenofobia y discurso anti inmigración y "euroescéptico", el 18% de votantes que respaldó a este grupo está harto. Harto del sistema, harto de la democracia representativa, harto del estado de bienestar, harto del dominio de Bruselas (y de Berlin) sobre la gloriosa republica francesa. Está harto de Sarkozy, de su partido, de Hollande, de Bayrou y de cualquier otro representante del sistema dominante.

Así pues, era esperado el llamado de la abanderada de la extrema derecha, Marine Le Pen a la abstención en la segunda vuelta. Su supuesta cercanía ideológica con el actual presidente no quiere decir que sea el siguiente que más le agrade, ya que para ella y sus seguidores, él también es culpable de la realidad en la que está sumido su país y el continente entero.

Sarkozy parece haberse equivocado al buscar su triunfo en un sector del cual solo recibirá un ligero respaldo, y abandonar por completo un territorio mucho más provechoso y amplio como es el centro (que trasciende del 9% que votó por Bayrou, candidato del partido de centro).

François Hollande, un socialista moderado y poco llamativo recibirá los votos de toda la izquierda y de todo aquel que espera algún cambio en el país, venga del centro o incluso de la derecha moderada, molesta con el giro radical de su actual mandatario.

Todo apunta a que el lunes habrá nuevo presidente de la Republica de Francia, y Merkel tendrá un compañero de baile distinto, y algo más incómodo, con el cual negociar y acordar de ahora en adelante el futuro económico de Europa.

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