El sistema político venezolano no es ni parlamentario
ni proporcional. Esto lleva a que un grupo político con poco más de la mitad de
los respaldos pueda tener un control absoluto del Estado. La oposición, que
suele superar 40% de los votos, puede quedar reducida hasta las mínimas
expresiones, generándose una imagen falsa de lo que es el país: una sociedad
polarizada, partida en dos grandes bloques, uno mayor al otro pero no de forma
hegemónica.
En este contexto (y lo hemos notado claramente desde
2008) son los gobiernos descentralizados los “encargados” de mostrar la
división del poder, la proporcionalidad de la sociedad venezolana, para crear
una red de seguridad de la democracia a través de figuras con legitimidad electoral
que contrarresten al poder nacional.
Esta red gana más peso ahora, apenas dos meses
después de la revalidación de ese poder nacional que buscar ser aplastante. La
oposición venezolana debe convencer a los votantes de que no hay tiempo para
lamentos o teorías de conspiración: deben salir a votar una y otra vez,
convenciéndose de que hay finales felices y de que cada elección es fundamental
y su resultado tiene consecuencias inmediatas en la vida diaria.
Este no es un objetivo nada sencillo, sobre todo
luego de tantas elecciones y un 7O que dejó una dura derrota a la oposición y
que, si se calca el 16D, dejaría apenas dos gobernaciones a la alternativa al
chavismo.
Sin embargo, ese resultado parece haber dicho también
otras cosas: comparado con la historia electoral reciente, denota que muchos
electores son capaces de cruzar su voto, y de apoyar a Chávez para presidente
pero a opositores como gobernadores o alcaldes. Demuestra que hay dirigentes
con peso propio y que, hasta en el escenario más difícil, la oposición está
creciendo.
Más valen tres
gallos que un pollo
A partir de ahí se trazan los nuevos objetivos y
escenarios: la oposición puede salir fortalecida de las elecciones regionales
(aunque parezca mentira); la oposición puede quedar en una posición similar a
la que ha tenido desde 2008; la oposición puede quedar peligrosamente reducida
y dejarle al chavismo una vía libre para la implementación de sus políticas más
radicales.
Hay 4 gobernaciones con altísima importancia que
reúnen características particulares: alta población, resonancia mediática,
interés político y simbolismo: Zulia, Miranda, Carabobo y Lara. Al día de hoy
las 4 tienen gobernadores de la Mesa de la Unidad, aunque sólo 3 de ellos
fueron electos en tal condición (Henri Falcón se separó del PSUV en 2010).
La oposición sabe que sus esperanzas postelectorales
pasan por ellas 4. Hace dos meses, se perdieron esos estados aunque en circunstancias
muy distintas. Sin Chávez en el tarjetón, todo hace pensar que Miranda y Lara quedarán
con Capriles y Falcón al mando, mientras que la historia electoral, y las
encuestas, hacen pensar que Zulia podría seguir con Un Nuevo Tiempo en el
gobierno.
La situación en Carabobo es distinta. El estado
dominado por Proyecto Venezuela está en seria amenaza de caer en manos de
Ameliach y el PSUV. La verdad es que, aunque suele entrar en los ‘estados
opositores’, la alternativa a Chávez sólo obtuvo ahí una victoria convincente
en las parlamentarias de 2010 (100 mil votos de ventaja). En las demás ha dominado
el chavismo, que incluso habría ganado la gobernación hace 4 años, de no ser
por la división entre Mario Silva y Acosta Carlez. El poder y la relevancia de
la familia Salas están en juego.
La batalla de
oriente y la ventaja andina
En Táchira y Mérida la oposición debería llevarse el
triunfo si la participación es medianamente normal. Ambos estados andinos han
ido consolidando sus posturas opositoras y fueron los únicos en donde Capriles
logró mayoría en la elección presidencial. A pesar de la división en Táchira y
las críticas a Lester Rodríguez por su labor en la alcaldía de Mérida, la MUD
debe imponerse. (William Méndez tiene poco respaldo y el chavismo tiene una
importante división en Mérida).
Ya aquí la oposición podría salir con una sonrisa. Si
se mantienen los estados claves de Zulia, Miranda y Lara, con tres líderes de
proyección nacional, y a ellas se le añaden el dominio en Táchira y la
conquista definitiva de Mérida (gobernado por el chavismo desde 2000), la MUD
salvaría los papeles, repitiendo el mismo número de gobernaciones de 2008 y la
relevancia de varios de sus principales líderes.
Un cambio más significativo se podría dar en el
oriente del país. Habitualmente dominado por el chavismo, la situación es hoy
bastante pareja y la oposición llega con opción en todos los estados (excepto
Delta Amacuro).
Anzoátegui tiene varios procesos coqueteando con la
oposición y podría darle el triunfo a Barreto Sira. Enfrente, sacar a Tarek
William Saab de la contienda fue una movida inteligente de Chávez, aunque ya se
verá si las disputas internas no los llevan a una derrota. En Monagas la
oposición como tal no tiene chance, pero “el Gato” Briceño podría mantener su
dominio ahora separado del PSUV. Bolívar también viene mostrando símbolos de
cansancio con el oficialismo, aunque éste también existe con la figura de
Andrés Velásquez, electo ahí por primera vez hace 23 años. En Nueva Esparta la
situación también es compleja. El chavismo suele dominar las elecciones
nacionales y Morel Rodríguez las regionales, aunque su liderazgo se ha reducido
luego de gobernar 14 de los últimos 23 años.
La oposición también llega con opciones en Amazonas,
Aragua y el estado Sucre. Liborio Guarulla ganó la gobernación hace apenas dos años,
ya separado del chavismo, y busca defender su liderazgo que, al igual que el de
Morel, supera la década. En Aragua el triunfo de Richard Mardo sería histórico
y un notable éxito para él y su equipo, en un estado tradicionalmente ligado al
chavismo y a fuerzas de izquierda (siempre venció el MAS o el chavismo). El
resultado del 7O fue contundente a favor de Chávez pero la influencia de Mardo
y el desconocimiento de la región por parte de Tarek El Aissami pueden generar
la sorpresa.
Algo similar pasa en Sucre. Hernán Núñez ya lideró un
gran resultado en 2010 para la oposición en un estado siempre dominado por
fuerzas de izquierda ‘radical’. De haberse enfrentado al actual gobernador
Maestre, el triunfo opositor sería casi seguro, pero la candidatura de Luis
Acuña acerca la victoria al PSUV.
Las demás 9 gobernaciones deberían ser claros
triunfos para el chavismo, y la misión de la oposición debe ser reducir las
distancias. Según lo expuesto y lo visto en los últimos meses considero que la
oposición va a lograr entre 6 y 10 gobernaciones, aunque caerá en Carabobo. Eso
sí, todo dependerá de la movilización y de cómo impacte la enfermedad de Chávez
al electorado, el cual puede reaccionar mucho más cohesionado en ambos bandos,
algo que al final favorece al chavismo.
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