lunes, 15 de abril de 2013

Venezuela cambió

Publicado en usahispanicpress.com


Aun dando por ciertos y legítimos los resultados que emitió el Consejo Nacional Electoral, la Venezuela que comienza hoy es otra. Que en seis meses desde la última elección, un mes desde la muerte del ex Presidente Chávez, tres semanas desde sus últimos actos funerales y 10 días desde el inicio de la campaña un candidato haya podido quitarle 1,4 millones de votos de ventaja a un Estado completo que trabajó ilegalmente para una reelección, es algo casi único en la historia democrática a nivel mundial.

La amplia mayoría de quienes hicimos análisis y pronósticos previos a esta elección nos equivocamos: planteamos una posible victoria de Henrique Capriles en una abstención muy alta del chavismo y un mantenimiento de los votos por parte del líder opositor. Sin embargo, el pueblo venezolano superó el miedo: casi 700 mil votos perdió el oficialismo desde la elección de octubre y casi 700 mil votos ganó la oposición desde aquella fecha. El voto migró, no se quedó callado.

En apenas un mes, el legado del “Comandante Supremo”, ese semidios que sus más fieles consideran que fue Hugo Chávez se esfumó: fue vapuleado por sus más cercanos colaboradores, echado a la borda por una campaña imprecisa, por un candidato débil, sobreactuado, sin discurso propio, quien prefirió hacer de sus mítines una fiesta y se olvidó del luto que por pocos días reinó tras la muerte de su “padre”.

Errada la campaña y vistas las fallas del candidato, el Estado chavista fue el protagonista: 5 canales de televisión nacionales (y cientos de emisoras de radio) que silenciaron a la oferta alternativa, y la denigraron cada vez que pudieron, una maquinaria de millones de dólares de petróleo, ministerios, gobernaciones, alcaldías y empresas públicas puestas a la orden de una candidatura, complementadas por las amenazas diarias de los líderes militares, autodeclarados revolucionarios, socialistas y chavistas.

La gente se cansó, y aunque quizás la mayoría (a la espera del posible reconteo) no genere el cambio de gobierno, las miles de irregularidades documentadas a lo largo del país dejan claro que quien asumirá como Presidente hasta 2019 no tiene la legitimidad que requiere para gobernar a un país completo. Que su ventaja de 200 mil votos huele a amenaza, a miedo, a chantaje, a incidentes, a millones de dólares de un partido que es gobierno y que es Estado.

Nicolás Maduro inició la campaña oficial el 2 de abril con 17 puntos de ventaja en las encuestas. A la semana su ventaja era de 10 puntos, y para el jueves previo a la elección las encuestadoras mostraban un descenso que, de mantenerse, llevaría al escenario que al final se dio. Una caída diaria brusca, que hace pensar que en una semana, el resultado habría sido distinto.

Aun si se recuentan todos los votos y se supera la encrucijada actual con Maduro de Presidente, su forma de gobierno tendrá que cambiar. Quizás Chávez pudo hacer casi todo lo que le diera la gana, pero el chavismo sin Chávez ha sido el gran derrotado: podrán continuar con el legado del “Comandante” pero no con sus formas, a él el pueblo se las perdonó y aplaudió, a Maduro no. El PSUV tendrá que analizar los números y evitar que el traspaso de votos continúe, para poder mantenerse en el mediano plazo como una opción política viable, porque ya no hay un pueblo al que tienen que reactivar, es un pueblo al que tienen que recuperar.

Maduro deberá mostrar la habilidad política que tiene y que no mostró durante estos días, porque enfrente tiene a medio país que quiere cambio y una situación económica muy frágil. Adentro tendrá decenas de críticos quienes lo responsabilizarán de haber perdido en tan poco tiempo una ventaja tan amplia como la que le dejó Chávez.

La oposición también debe ser cauta. Exigir el reconteo de los votos (que ya piden la OEA y la Unión Europea) sin caer en los radicalismos que la dominaron entre 2001 y 2005. Con un liderazgo como el de Capriles se está tan cerca de ser gobierno que el camino debe ser el mismo que se ha llevado hasta ahora: unidad, confrontación sin dejar de reconocer al rival, y ahora más que nunca exigencia de ser tomado en cuenta por un gobierno que quiere ser el 100% y hoy no representa ni al 51% de los venezolanos. Tener en mente la hazaña increíble de sumar 700 mil votos seis meses después de una dolorosa derrota ante un Estado todopoderoso.

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