viernes, 19 de julio de 2013

El ilegítimo es el sistema electoral

Publicado en usahispanicpress.com el 12/07/2013


Varias veces me ha tocado defender las actuaciones de la dirigencia opositora venezolana sobre decisiones que toman, declaraciones que hacen y temas que privilegian para debatir. Tales defensas suelen ser no ante seguidores del oficialismo, sino ante seguidores mucho más extremistas de la propia oposición, acérrimos críticos del chavismo que rechazan la moderación que han tomado los líderes de la Mesa de la Unidad Democrática.

Por estos días se cumplen tres meses de la elección presidencial del 14 de abril que dejó un disputado y controvertido resultado a favor de Nicolás Maduro en detrimento de Henrique Capriles Radonski, y algunos opositores no están contentos con el manejo que le ha dado al tema el propio derrotado en aquella ocasión. Quisieran haber visto más manifestaciones callejeras (y lo ocurrido en Egipto, o incluso en Turquía y Brasil, alborota tales espíritus), quisieran que todo esfuerzo se enfocara en el tema del presunto fraude electoral, quisieran quizás boicotear o exigir amplias reformas para las venideras elecciones locales (este 8 de diciembre), etc.

Y es que a tres meses de aquella jornada que dio oficialmente al chavismo un triunfo por poco más de 200 mil votos, no sabemos bien dónde estamos parados. El oficialismo, amparado en el casi absoluto control del Estado venezolano, ha frenado el tema para que se fuera olvidando, y nuevos e importantes asuntos surgen en la escena política y económica venezolana.

Por eso mientras el Tribunal Supremo de Justicia continúa sin dar respuesta a las demandas interpuestas por la dirigencia opositora sobre la elección del 14 de abril, y el Consejo Nacional Electoral lleva a cabo la descarga de los datos contenidos en las máquinas de votación sin presencia de técnicos de la oposición, se vislumbran en apenas cinco meses unas elecciones municipales con 337 alcaldías a disputar, la inflación alcanza 25% en el primer semestre del año, la inseguridad continúa galopante, así como la escasez de productos básicos, y el gobierno abre conflictos internacionales por querer recibir a un “soplón” estadounidense.

Sin embargo, en defensa de quienes esperan un poco más de concentración en el tema electoral, en las últimas semanas aparecieron dos informes muy relevantes, serios y críticos sobre el sistema electoral venezolano que, revisados en profundidad, desenmascaran el que algunos fanáticos consideran “el mejor sistema electoral del mundo” y dejan guindando a la democracia venezolana, sin que se les haya dado el protagonismo que merecen.

El Instituto de Altos Estudios Europeos hizo público a mediados de junio el informe sobre su acompañamiento a los comicios del 14 de abril. Según la normativa electoral venezolana, este tipo de informes no deben ser publicados, pero tal era la gravedad de lo observado que este organismo prefirió sacar a la luz su análisis.

En este caso la mayoría de las críticas se centran en los días previos al proceso electoral y el ventajismo notable que tuvo el oficialismo para darle el triunfo a su candidato. Según el Instituto las decisiones que tomó el Tribunal Supremo de Justicia representan un “vicio de nulidad que afecta todo el proceso electoral”. Recordemos que el TSJ decidió que aunque Nicolás Maduro era Vicepresidente previo a la muerte de Chávez, no tendría que separarse de su cargo (aunque la Constitución lo exige) ya que en los días de la campaña electoral ya fungía como Presidente interino.

Este informe insiste en que con tal de dar continuidad al proyecto chavista, el Estado venezolano favoreció claramente al candidato de gobierno, desde la presión ejercida sobre funcionarios públicos, uso de instalaciones y vehículos para propaganda electoral hasta declaraciones públicas de Ministros en las que amenazaban con retaliaciones si se conocían votos contrarios al oficialismo.

La observación del Instituto de Altos Estudios Europeos fue bastante corta debido a las limitaciones del CNE y no se pronuncia detalladamente sobre las exigencias de Henrique Capriles tras la elección. En donde sí divergen notablemente es al hablar de la posibilidad de doble votación por parte de alguna persona. En opinión de los expertos europeos las autoridades venezolanas deberían analizar la eliminación de colocar tinta indeleble en el dedo “del elector que, al ser doblemente registrado, hace imposible que vuelva a votar”.

El Centro Carter fue la otra institución independiente que a comienzos de julio divulgó su informe. Mucho más moderado que el IAEE este organismo presidido por el ex Presidente de Estados Unidos, generalmente visto como aliado o al menos amigo del chavismo, también dio una serie de recomendaciones al organismo electoral venezolano para contribuir con la transparencia de los procesos que maneja.

En este caso sí se pide mayor información sobre la identificación biométrica y que se incluye en las auditorías la de la no duplicidad de huellas y de incidencias que reporte este sistema de identificación, punto clave en las exigencias de la oposición sobre el presunto fraude del 14 de abril.

Ambas instituciones, que estuvieron en el país acreditadas por el Consejo Nacional Electoral, piden mayor igualdad en el uso de recursos durante la campaña, así como en el acceso a los medios de comunicación. Se pide también a las autoridades electorales hacer uso de sus facultades para frenar distintos abusos o excesos vistos durante la jornada electoral (motocicletas rondando centros pidiendo el voto para Maduro o asistencia al voto de forma repetida), y mayor claridad en la normativa para evitar controversias en casos de resultados parejos como el ocurrido en esta ocasión.


Como he comentado en ocasiones anteriores, es muy probable que las protestas opositoras ante la justicia venezolana no vayan más allá, y Nicolás Maduro continúe en la Presidencia de la República. Pero que instituciones independientes expertas en la observación electoral, nacionales e internacionales, estén avalando muchas de las quejas de la oposición, generan consecuencias mucho más trascendentales en el largo plazo. Quizás la legitimidad de Maduro vaya aumentando con el paso del tiempo, pero el sistema electoral venezolano luce cada vez más desacreditado, poco transparente y claramente favorable a quienes ostentan el poder.

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