viernes, 26 de julio de 2013

Juego trancado

Publicado el 19/07/2013 en usahispanicpress.com

En tres meses Nicolás Maduro ha mostrado que su gobierno no es el mismo que el de Hugo Chávez. Por una parte ha movido algunas piezas claves del gabinete: sacó a Néstor Reverol del Ministerio del Interior por Miguel Rodríguez Torres, y le dio a Nelson Merentes el manejo de las Finanzas del país, en remplazo de Jorge Giordani. También cambio al Ministro de la Defesa y el Ministro del Despacho de la Presidencia.

Además de algunos nombres, el manejo del país por parte de Maduro ha tenido ciertas diferencias con su antecesor. Tras la borrachera electoral de 2012 y el despilfarro que vino con ella, el nuevo Ejecutivo ha buscado ser más pragmático en materia económica, todavía sin grandes avances. Ha ventilado el movimiento de dólares con la creación de un nuevo sistema (el SICAD), ha devaluado la moneda y ha mantenido reuniones con sectores privados de la economía, generalmente satanizados por Chávez en la última década.

Previo a la novela de Snowden también buscó mejorar la relación con Estados Unidos, algo que quedará por ver si el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) llega definitivamente o no a Caracas, hecho que nos dirá con certeza si Maduro elige el pragmatismo o la ideología.

Por otra parte la comunicación del Ejecutivo con los medios ha visto ligeras mejoras. Se ha hecho común ver semanalmente a algún alto cargo en canales de televisión con periodistas críticos o en amplias entrevistas en los medios impresos privados, al día de hoy principales refugios de la prensa independiente. En una de ellas el propio Ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, admitía que él estaba impulsando tales puentes, necesarios y obligatorios si se quiere una democracia transparente.

Incluso hay diferencias que destacar de la Presidencia de Maduro en el manejo del conflicto universitario, que ya se extiende por más de un mes. Recientemente los rectores de las universidades autónomas y las federaciones de profesores y estudiantes comenzaron a mantener reuniones con el Ministerio de Educación Universitaria y progresivamente se han logrado algunos acuerdos. Difícil encontrar algo similar desde 2003.

Pero donde no existe ni el más mínimo acuerdo, diálogo, apertura o ligereza con sectores críticos u opositores es en el ámbito político-partidista. Probablemente en este campo la dureza del gobierno electo el 14 de abril sea mayor de la mantenida por Chávez en buena parte de su mandato.

Con el conflicto surgido la propia noche electoral, Maduro y su equipo no han perdido el tiempo para contrarrestar, golpear y amenazar a la dirigencia opositora, en algunos casos llegando al encarcelamiento o enjuiciamiento de ciertos líderes.

Al día de hoy existen, como refleja este artículo del diario El Nacional, investigaciones en la Asamblea Nacional y la Fiscalía en contra de los 3 (de 23) gobernadores de la opositora Mesa de la Unidad Democrática; le han sido arrebatadas atribuciones, el presupuesto que les corresponde llega lentamente e incompleto y a diario surgen nuevos insultos o amenazas desde los más altos cargos del Estado en contra de Henrique Capriles, Henri Falcón y Liborio Guarulla, éste último a quien recientemente Maduro llamó borracho previo a quitarle el control de la policía del estado Amazonas.

En Miranda y Lara han sido creadas gobernaciones paralelas (llamadas Corporaciones) con mayor presupuesto, y dirigidas precisamente por los candidatos del PSUV que fueron derrotados por Capriles y Falcón en diciembre pasado. Al mismo tiempo se han abierto investigaciones en contra de varios diputados: el Tribunal Supremo de Justicia declaró procedente el antejuicio de mérito en contra de Richard Mardo, por lo que en la próxima sesión parlamentaria la mayoría del PSUV podría retirarle su inmunidad y sacarlo de su curul. También María Corina Machado está siendo investigada por un audio (hecho público gracias a un espionaje al mejor estilo de Snowden y la NSA) en el que sobre todo destacan diferencias internas de la oposición, pero para el Estado representan amenazas a la democracia.

La mayor novedad durante este período, con la que pocas veces tuvo que lidiar Hugo Chávez, es la lucha diplomática para frenar a Henrique Capriles en sus giras internacionales. Mucho se ha movido la oposición por América Latina y Europa para denunciar las irregularidades de la elección presidencial y la debilidad democrática del país. Capriles logró reunirse con el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, pero una sarta de insultos en su contra de parte de Maduro y compañía parecieron frenar las posibilidades del líder opositor en la región.

Pasado el momento álgido, y justo cuando Maduro y Santos planean reunirse en la frontera, Capriles vuelve a salir del país a encontrarse con el Presidente chileno Sebastián Piñera, quien aceptó recibirlo. Al escribir esta columna desconozco si Ollanta Humala recibirá al candidato opositor en su paso por Lima, pero en cualquier caso, que la visita de un dirigente político con amplio respaldo popular desate tales controversias demuestra que el tema es un punto de honor para el chavismo, que vende a Capriles como el líder de una secta fascistoide y anti-democrática, cuando al fin y al cabo tras perder dos elecciones en seis meses, lo único que ha hecho es protestar un posible fraude ante las instituciones del país, sin llenar las calles, sin acercarse al Palacio de Miraflores, sin ni siquiera boicotear la próxima cita electoral.


Recientemente Capriles, Falcón y Guarulla acudieron ante la Conferencia Episcopal Venezolana, cúpula de la Iglesia con la cual Maduro también ha tendido puentes, para que facilitara un diálogo entre los dos bandos políticos. De inmediato Diosdado Cabello, presidente del Poder Legislativo, respondió: “el asesino fascista Capriles pide diálogo al gobierno. Jamás hablaremos con quien manda a asesinar al pueblo”, manteniendo el juego trancado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario