Publicado en usahispanicpress.com
Además del cargo de Presidente de la República, tras una elección marcada por el ventajismo y las dudas que todavía levantan los dirigentes de la oposición, es poco lo que Nicolás Maduro ha podido conservar del legado que le dejó su antecesor y mentor político Hugo Chávez. Su popularidad va en caída, su carisma es casi inexistente y su nombre no parece ser relevante en la discusión mundial.
Además del cargo de Presidente de la República, tras una elección marcada por el ventajismo y las dudas que todavía levantan los dirigentes de la oposición, es poco lo que Nicolás Maduro ha podido conservar del legado que le dejó su antecesor y mentor político Hugo Chávez. Su popularidad va en caída, su carisma es casi inexistente y su nombre no parece ser relevante en la discusión mundial.
Esto último se ha hecho evidente en estos días con la
novela de Edward Snowden, antiguo empleado de una contratista que trabajaba
para la Agencia de Seguridad Nacional del gobierno de Estados Unidos, quien
salió de su país y ha venido publicando una serie de secretos de Estado,
principalmente relacionados con espionaje realizado a sus ciudadanos y a
gobiernos aliados y rivales de todo el mundo.
Snowden hizo público su caso desde Hong Kong,
territorio autónomo de China, y cuando viajó a Moscú se especuló que lo hacía
como tránsito para llegar a Ecuador, país del que aparentemente recibió ayuda
para movilizarse y que le concedería asilo político. Tras una serie de
declaraciones, algunas públicas y otras privadas, el propio Presidente
ecuatoriano, Rafael Correa, dijo que tal ayuda a Snowden se había dado de forma
irregular y que probablemente su país no lo podría recibir.
Al día de hoy no se sabe el destino definitivo del
estadounidense pero Ecuador y Bolivia han dominado los titulares sobre la
posible colaboración con Snowden. Maduro por su parte, ha intentado ser lo más
altisonante posible, pero de momento pasa desapercibido. No ha sido suficiente
que desde hace una semana el mandatario venezolano diga que es “casi seguro”
que su país le daría asilo al ex agente, ya que ni siquiera éste ha mostrado
interés en responder.
Aunque en la prensa se especuló con que Snowden
podría esconderse en el avión presidencial venezolano para salir de Rusia, fue
Evo Morales el perseguido por tal motivo, y tras este impasse no fueron las
objeciones de Venezuela las que más llamaron la atención, sino las de la
cancillería ecuatoriana que de inmediato convocó a una reunión de Unasur.
¿Significa algo para Venezuela que su Presidente deje
de ser una estrella internacional? En todo caso son buenas noticias. Aunque
Maduro intente acercarse al liderazgo que llegó a tener Chávez (y para ello
vaya un día a Brasilia, al otro a Moscú y luego a París), si Rafael Correa se
consolida como el líder del nuevo socialismo latinoamericano, Venezuela podría
encaminarse a una política exterior más seria y negociada, donde primero se
analicen los hechos y sólo después se emitan reacciones.
A fin de cuentas, el protagonismo a nivel
internacional pareciera servir sólo para acaparar titulares, generar respaldo
de grupos de ciudadanos en cualquier rincón del mundo y unificar a la población
del país en torno a un “nacionalismo” inútil, que le sirve al Ejecutivo para
desviar la atención de los problemas internos. Si llegara Snowden a Venezuela,
¿cuándo se hablaría del conflicto universitario? ¿O de la inseguridad, la
escasez, la inflación o de las acciones judiciales en contra de la última
elección presidencial?
El ex Presidente Chávez siempre realzó tales banderas
para polarizar a la ciudadanía en momentos de tensión interna y por lo general
le pudo sacar provecho. Correa también lo sabe y por eso ha levantado su perfil
tras el fallecimiento del líder venezolano, aunque en su caso denota más
mesura, de lo contrario el perseguido por la justicia estadounidense ya estaría
en Quito.
La precaria situación económica es otra parte del legado
que Maduro recibió de su antecesor, y ésta también le ha hecho bajar el tono en
algunos casos (mejorar relaciones con Estados Unidos, convocar a sectores
empresariales, etc). Sin embargo, los altos precios del petróleo siguen dándole
espacio de maniobra al Ejecutivo venezolano para enfrentarse, al menos en
palabras, a las potencias extranjeras. Medir estos factores será definitivo
para ver hacia dónde se inclina la balanza en el caso Snowden, siempre que éste
le interese escuchar los gritos que desde Caracas se han estado enviando.
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