viernes, 19 de julio de 2013

¿Protagonismo perdido? Por suerte


Publicado en usahispanicpress.com

Además del cargo de Presidente de la República, tras una elección marcada por el ventajismo y las dudas que todavía levantan los dirigentes de la oposición, es poco lo que Nicolás Maduro ha podido conservar del legado que le dejó su antecesor y mentor político Hugo Chávez. Su popularidad va en caída, su carisma es casi inexistente y su nombre no parece ser relevante en la discusión mundial.


Esto último se ha hecho evidente en estos días con la novela de Edward Snowden, antiguo empleado de una contratista que trabajaba para la Agencia de Seguridad Nacional del gobierno de Estados Unidos, quien salió de su país y ha venido publicando una serie de secretos de Estado, principalmente relacionados con espionaje realizado a sus ciudadanos y a gobiernos aliados y rivales de todo el mundo.

Snowden hizo público su caso desde Hong Kong, territorio autónomo de China, y cuando viajó a Moscú se especuló que lo hacía como tránsito para llegar a Ecuador, país del que aparentemente recibió ayuda para movilizarse y que le concedería asilo político. Tras una serie de declaraciones, algunas públicas y otras privadas, el propio Presidente ecuatoriano, Rafael Correa, dijo que tal ayuda a Snowden se había dado de forma irregular y que probablemente su país no lo podría recibir.

Al día de hoy no se sabe el destino definitivo del estadounidense pero Ecuador y Bolivia han dominado los titulares sobre la posible colaboración con Snowden. Maduro por su parte, ha intentado ser lo más altisonante posible, pero de momento pasa desapercibido. No ha sido suficiente que desde hace una semana el mandatario venezolano diga que es “casi seguro” que su país le daría asilo al ex agente, ya que ni siquiera éste ha mostrado interés en responder.

Aunque en la prensa se especuló con que Snowden podría esconderse en el avión presidencial venezolano para salir de Rusia, fue Evo Morales el perseguido por tal motivo, y tras este impasse no fueron las objeciones de Venezuela las que más llamaron la atención, sino las de la cancillería ecuatoriana que de inmediato convocó a una reunión de Unasur.

¿Significa algo para Venezuela que su Presidente deje de ser una estrella internacional? En todo caso son buenas noticias. Aunque Maduro intente acercarse al liderazgo que llegó a tener Chávez (y para ello vaya un día a Brasilia, al otro a Moscú y luego a París), si Rafael Correa se consolida como el líder del nuevo socialismo latinoamericano, Venezuela podría encaminarse a una política exterior más seria y negociada, donde primero se analicen los hechos y sólo después se emitan reacciones.

A fin de cuentas, el protagonismo a nivel internacional pareciera servir sólo para acaparar titulares, generar respaldo de grupos de ciudadanos en cualquier rincón del mundo y unificar a la población del país en torno a un “nacionalismo” inútil, que le sirve al Ejecutivo para desviar la atención de los problemas internos. Si llegara Snowden a Venezuela, ¿cuándo se hablaría del conflicto universitario? ¿O de la inseguridad, la escasez, la inflación o de las acciones judiciales en contra de la última elección presidencial?

El ex Presidente Chávez siempre realzó tales banderas para polarizar a la ciudadanía en momentos de tensión interna y por lo general le pudo sacar provecho. Correa también lo sabe y por eso ha levantado su perfil tras el fallecimiento del líder venezolano, aunque en su caso denota más mesura, de lo contrario el perseguido por la justicia estadounidense ya estaría en Quito.


La precaria situación económica es otra parte del legado que Maduro recibió de su antecesor, y ésta también le ha hecho bajar el tono en algunos casos (mejorar relaciones con Estados Unidos, convocar a sectores empresariales, etc). Sin embargo, los altos precios del petróleo siguen dándole espacio de maniobra al Ejecutivo venezolano para enfrentarse, al menos en palabras, a las potencias extranjeras. Medir estos factores será definitivo para ver hacia dónde se inclina la balanza en el caso Snowden, siempre que éste le interese escuchar los gritos que desde Caracas se han estado enviando.

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