lunes, 26 de septiembre de 2011

Un año de vuelta a la institución

Ya pasó un año del día en que por primera vez en mucho tiempo, y aunque no lo quisieran, los dos grandes bandos del país se vieron cara a cara y no pudieron quitarse del camino. Más allá de pataleos, insultos e intentos de desconocimientos verbales, el 26 de septiembre se demostraron varias cosas. Que la oposición en Venezuela tiene un peso enorme y específico (más del 50% en votos y más de 40% en la Asamblea) y que el chavismo, por más recursos que derroche y amedrentamiento que lance es derrotable en una elección nacional.

También demostró que el chavismo sigue siendo un contendor importantísimo y que cientos de miles de venezolanos aprueban los consejos de Chávez, aun cuando éstos no gusten.

También confirmamos que los resultados pueden ser creíbles, que la expansión de testigos por todo el país puede dar certeza a una paridad muy amplia, pero que aun así el CNE es un triste organismo parcializado que intenta suavizarle las malas noticias a su jefe de facto.

El 26 de septiembre de 2010 la oposición volvió al sitio que le corresponde, y del que nunca debió salir. El Parlamento es por excelencia el sitio donde gobierno y oposición (en cualquier parte del mundo y en cualquier época) se encuentran, se critican, se dicen verdades, se acusan mentiras, y también se ponen de acuerdo para sacar a un país adelante.

Lamentablemente este último punto se ha dado muy poco en la actual Asamblea Nacional, pero el sólo hecho de sentar entre cuatro paredes a decenas de oficialistas y opositores de alto calibre, tanto en comisiones como en plenaria, ha resultado un importante paso para la institucionalidad de Venezuela.

Más allá de las críticas que se le pueden hacer al chavismo en su manejo del Poder Legislativo (que son innumerable), desde este lado celebramos que la oposición haya consolidado su papel de contrapeso en el país, de que tengamos caras y voces que representen a los que pensamos distinto al oficialismo, y de que haya discursos para todos los gustos en el Hemiciclo. Aun sin lograr mayor éxito, la oposición ha podido poner en la palestra política (y no sólo mediática como hizo entre 2004-2010) temas de verdadero interés, que el chavismo siempre buscó desechar o esconder, algo que todavía logra con mediano éxito.

El gran virus de estos 365 días es que, a falta de tres meses para que los diputados cumplan su primer año en su nuevo cargo público, ya estén (y desde hace rato) pensando en un cargo público distinto, y centrando en buena medida sus esfuerzos en ello. No es fácil hacer dos trabajos a la vez y resulta casi imposible hacer dos cosas bien al mismo tiempo, por lo que el exceso de candidaturas entre los diputados ha afectado a la oposición.

Puntos a resaltar: diversos diputados que han aprovechado sus discursos o que han intentado enfocarse en temas específicos para sacarle provecho a su paso por el Parlamento. Juan Carlos Caldera, Miguel Ángel Rodríguez, Julio Montoya, Alfonso Marquina, Eduardo Gómez Sigala. Para rescatar también el "surgimiento" de Miguel Pizarro, joven que sin tanta bulla mediática previa a su elección, se ha consagrado como el mejor orador de la nueva generación, con papel preponderante en el tema de la Ley del Deporte.

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